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sábado, 18 de febrero de 2017

Origen de las Runas


ORIGEN DE LAS RUNAS

La existencia de las runas se ha visto desde épocas inmemoriales cubierta por un velo legendario y misterioso, empañada por el engaño y envuelta en secreto y la superstición. Los eruditos no pueden ponerse de acuerdo acerca de la información básica que se relaciona con el momento ocasión en que los caracteres rúnicos aparecen por primera vez en Europa. Hay una opinión generalizada de que las runas se desarrollaron a partir de las imágenes grabadas y los símbolos pétreos o petroglifos conocidos con el nombre de escritura de Hallrisringnor. Estos grabados fueron hechos por los artistas del neolítico y de la edad del bronce que pertenecían a las tribus germánicas que se establecieron en el norte de Italia y en de lo que hoy es Austria y Alemania. Hicieron trazos que hoy entendemos que eran signos solares, llamados Swastika, cifras extrañamente angulares y otros símbolos que han sido interpretados como sagrados por los Magos y nigromantes de esas tribus de la Europa central.

Los arqueólogos sólo pueden especular, pero a partir de la información disponible y de las tradiciones populares que aún sobreviven, es posible decir que el culto giraba principalmente en torno a dos figuras: un dios encornado y una diosa que podía tomar la forma de la madre tierra de la fertilidad o de la diosa lunar de los encantamientos. Estas creencias, en sus múltiples y diversas manifestaciones, no sólo podían hallarse entre las tribus célticas de la Galia, Bretaña e Irlanda, sino que también sufrieron luego algunas modificaciones al ser adaptadas por las razas normandas y sajonas. Tuvieron su origen en tiempos neolíticos, y en la edad del hierro ya estaban bien asentadas en la Europa occidental y en los países escandinavos. Objetos del arte del culto religioso que se excavaron en túmulos funerarios de Suecia y Dinamarca, pertenecientes a esas épocas, llevan la imagen del Sol representado como una rueda (la rueda solar o esvástica rúnica) tirada por un caballo sagrado, que a su vez es un símbolo de la diosa.

Los guerreros nórdicos llevaban en sus yelmos de guerra los dos cuernos del dios, que simbolizaban los rayos del sol naciente en el momento de la aurora. Entre los expertos de runas hay quienes dicen que el sigilo de tres piernas de la isla de Man, que fue colonizada por navegantes nórdicos, puede tratarse de una representación tosca de la esvástica y estar de algún modo emparentada, con los signos rúnicos sagrados de las tribus teutónicas, germanas e italianas del Norte.

Hay otra teoría: según el sigilo de la isla de Man, el trisque Lión se originó en Sicilia y de ahí fue traído por los normandos que invadieron la isla en la Edad Media.



Origen de la palabra runa


La palabra runa deriva del nórdico run (plural, ruñar), que significa letras, ciencia. De aquí que runa sea cada uno de los caracteres empleados en la escritura de los antiguos escandinavos, incorporando, incluso, el significado de «señal mágica». (Curiosamente, la palabra runa también existe en la lengua quechua, pero tiene otro significado, sin conexión con el de la runa nórdica.) Asimismo, también se relaciona con la antigua palabra de las tribus germánicas runak, que significa cuchichear o emitir un secreto a media voz.


Esta conexión etimológica convierte al oráculo rúnico no sólo en un sistema importante para las comunicaciones herméticas escritas y referenciadas, sino que lo diferencia de otros métodos epigráficos que pudieran parecer semejantes. Este factor esotérico le da el carácter de un verdadero alfabeto mágico esotérico. Este alfabeto estaría compuesto por una serie de palabras simbólicas a las que se les debe asignar la posesión de unos supuestos poderes ocultos, cuando se hallan en las manos sabias del mago o del mogoor iniciado que conoce sus ancestrales secretos.

El alfabeto rúnico llegó a extenderse tanto al norte como al oeste, y en muy poco tiempo se extendió, con la firmeza y el poder que tiene todo lo que es mágico, entre celtas, germanos y anglosajones, perdurando hasta bien entrado el siglo XII, aunque se realizaron algunas adaptaciones para adecuarlas a los usos locales, pues, según las tribus, existieron algunos cambios de poca importancia.

En este medio hemos querido aportar las más clásicas, concretamente las que se utilizaron durante siglos en los bosques de la Selva Negra alemana y los territorios celtas de los Borgos.


MITOLOGÍA Y SIMBOLISMO RÚNICO


Los pueblos nórdicos, cuya cultura poseía diversas divinidades y numerosos mitos, confirieron a las runas profundos significados mágicos. La creación de las runas era atribuida a Odín, el padre de las divinidades menores. Y aún más: se creía que el Propio Odín se había sacrificado voluntariamente a sí mismo para entregarlas a los hombres. Pero, entre los pueblos suecos, concretamente, las runas eran asociadas a las Normas, que eran las diosas que regían todos los destinos.

Por otro lado, las runas, como símbolos mágicos de origen sobrenatural, eran consideradas también invención del dios más poderoso de todos, el de las grandes cejas: la divinidad Lug, principal dios de los celtas, el todopoderoso, señor de truenos y tempestades, y hacedor de las mil ciencias; el que viaja por el viento, el que posee el poder de dominar los elementos. Lug aparece con frecuencia en los mitos célticos y se le considera el Padre universal, el dios hacedor de dioses y el creador del mundo de los hombres, pero también del mundo de los demonios. Cuando el cristianismo empezó a erosionar las viejas religiones, esta divinidad se convirtió en el conductor de la aterrorizante «horda salvaje» que sembraba de pecados el mundo, según los sacerdotes cristianos.

Sea uno u otro el origen de las runas, todas las narraciones coinciden en la creencia de que son una ofrenda de las divinidades a los hombres. La diversidad de divinidades de la mitología escandinava, símbolos de los elementos del universo y de la naturaleza, se asociaban cada una al simbolismo de una runa o más. Así» las runas simbolizaban los distintos componentes de la vida humana y de su ámbito cósmico. Junto a las divinidades existían también una pléyade de espíritus más elementales que éstas, y que también podían ser invocados con las runas.

Las runas podían ser mayores y menores. Las runas mayores están asociadas al culto del dios Thor, el del «pesado martillo poderoso», numen del rayo, de la potencia y de la venganza, que detenta asimismo el poder de las runas de la guerra. Según ciertos mitos suecos antiguos, las runas de Thor se hallan asociadas a las runas de Odín, que, entre los pueblos germánicos, se le conocía como Whotan. Odín, padre de todos los dioses, tenía poder para cambiar su aspecto, adivinar el futuro y resucitar a los muertos. Las runas mayores también estaban asociadas al culto de las diosas Freya y Frig. La adoración de Freya, que era hija de Odín, se basaba en su poder de infundir a sus fieles poderes adivinatorios mediante las runas con su símbolo. A Freya se consagraban una cohorte de sacerdotisas, a quienes los jefes de clanes solicitaban anualmente el oráculo, que debía ser expresado bajo éxtasis divino. Este don de las sacerdotisas les habría sido conferido por Odín «cabalgándolas». El culto de Frig se relacionaba con la sexualidad y fecundación femeninas, y los ritos nupciales se celebraban en primavera.

Las runas menores son muy numerosas y entre ellas se encuentran las que están asociadas al culto de las Nornas, diosas de la fatalidad de la mitología germánica. Las tres principales son las tres hermanas gigantes Urd (presente), Verdandi (pasado) y Skuld (porvenir), a las cuales está sometido el destino de los dioses y de los hombres. En un principio sólo existía Urd, la que riega las raíces del Iggdrasill con las aguas de la fuente que lleva su nombre, junto a estas tres Nornas existe una corte de Nornas que descienden, unas, de los Elfos (espíritus de la naturaleza que fabricaron la espada de Odín y el martillo de Thor), y otras, de los Gnomos (genios de los bosques, montañas y casas.




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