Puesto que las velas de ritual tienen su aspecto oscuro y negativo, ¿Se pueden utilizar velas en la magia negra? La respuesta a esta y otras preguntas similares es afirmativa: por supuesto que sí. La gente se suele quedar muy sorprendida, y a veces incrédula, cuando se dice que el entrenamiento para la magia negra y la magia blanca es, primariamente, el mismo hasta cierto punto. Muchos sostienen la opinión, no correcta, de que no existe eso que se llama magia blanca o magia negra: Sólo hay magia. Es simplemente una cuestión de sí el velo es legítimamente desgarrado de “arriba abajo” o, mediante métodos que resultan dudosos, desgarrado de “abajo arriba”.
El bien y el mal pasan por el mismo velo, aunque con propósitos diferentes, y la diferencia entre ambos estriba en el uso para el que se emplee el conocimiento y el entrenamiento mágico.
Las velas negras se utilizan como la fuente primera para la “iluminación” de la misma negra, o en cualquier ritual pensando para dañar, cobrar venganza o castigo, o producir caos y trastornos en la vida de alguien. En tal caso, una de las primeras cosas que debe hacer es reemplazar sus velas de altar blancas por velas negras, para denotar la fuente con la que está trabajando.
Creo que se debe poner de manifiesto la forma hermosa que en ocasiones puede adoptar el “mal”. Sin esa belleza, el mal ganaría pocos amigos. Se nos ha aconsejado bien que la verdadera distinción entre la “belleza” del mal y la del “bien” estriba (metafóricamente) en la “temperatura de su radiación”; es decir, la belleza del mal es una belleza fría, y ahí está el secreto. Para el hombre en evolución, hasta un ángel caído debe parecer la “perfección” (pues en relación con nosotros sería realmente “perfecta”). Incluso a nuestra manera ciega y titubeante, seguramente nuestra preocupación estará a favor de la verdad (o “belleza”) absoluta, y no la relativa; es decir, que debemos preocuparnos siempre de a quién o a qué concedemos nuestra lealtad.
¿Qué consejo podríamos dar a los presuntos seguidores del sendero izquierdo? Es simple, ¡no lo tome! Sin embargo, nadie puede vigilarle todo el tiempo para comprobar que no cede a estas tentaciones, ¿y por qué iban a hacerlo aunque lo desearan? Si usted se inclina al infierno en la búsqueda de este tema insano y contaminante, así será, y cualquier impedimento lo hará más atractivo. Con un interés creciente en todos los temas de ocultismo, la gente – los jóvenes son especialmente vulnerables – se puede exponer a un considerable riesgo, pues está trabajando con fuerzas que los que carecen de guías son incapaces de controlar. El aprendiz se puede enfrentar inesperadamente con fuerzas, imprudente o temerariamente invocadas, que está mal preparado para manejar. La salvaguardia infalible es la máxima precaución y el adecuado entrenamiento, asegurado, si es posible, por una guía cualificada. No he incluido todo esto para alarmar o crear un efecto, sino simplemente para aconsejarle que siga adelante por todos los medios, pero con gran vigilancia.
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